Navegamos entre la información, sobreinformación, mala información y
desinformación. Crece la abundancia de información errónea a través de internet,
dificultándose entender lo relevante; se difunde fácil y ampliamente debido a
la falta de verificación y a intereses puntuales, generándose consecuencias notables
en la opinión pública, en la sociedad en general y en la toma de decisiones. La
alfabetización mediática y la verificación de fuentes son cruciales para
abordar estos problemas. Les dejo algunas reflexiones sobre el tema.
Jean-François Revel: El conocimiento inútil
“Se repite
constantemente que vivimos y vamos a vivir cada vez más en la era de la
información. Es cierto. Nunca tantos hombres han tenido acceso a tal masa de
información y, en términos más generales, de conocimientos. Nunca la
comunicación ha sido tan abundante, tan rápida, tan omnipresente. Así, pues,
teóricamente nunca desde los orígenes de la humanidad quienes toman las
decisiones políticas, económicas, sociales y culturales han trabajado en
mejores condiciones. La opinión pública dispone de todos los elementos
necesarios para poder juzgar a sus dirigentes y para orientarse. Por
consiguiente, el mundo debería estar mejor que nunca. Pero todos sabemos que en
muchos aspectos no es así. ¿Por qué?”.
Juan Miguel León Rojas: Datos, información, conocimiento, sabiduría
“Los datos,
organizados y utilizados debidamente, pueden convertirse en información. La
información, absorbida, comprendida y aplicada por las personas, puede
convertirse en conocimientos. Los conocimientos aprovechados frecuentemente en
un campo pueden convertirse en sabiduría. La sabiduría es la base de la acción
positiva”.
Michael Cooley: “Los datos son la materia prima; la información
es la organización y contextualización de los datos; el conocimiento es
la comprensión y aplicación de la información; la sabiduría es la
capacidad de tomar decisiones sabias en función del conocimiento”.
Podemos decir, entonces, que la vía negativa de la
comunicación es la ausencia de datos, datos falsos o incompletos; que se
transforman en desinformación, aparentes supuestos o engaños; que generan
desconocimiento e ignorancia; y que conducen a la insensatez, la necedad, la
idiotez, a lo absurdo.
“Nuestra
sociedad, en su modo actual, quizás no sea aún la sociedad de la información,
ni del conocimiento, ni de la sabiduría. Mucho del primer eslabón nos está
vedado: es tal la inmensidad de datos en acecho, que no nos es posible su
procesamiento para su transformación en información; tampoco es la sociedad de
los datos. Probablemente la nuestra sea la sociedad de los bosquejos. La rapidez
con la que transitamos por la vida hace que lo incompleto valga por exhaustivo;
lo dudoso, por seguro; y lo vago, por preciso”.
(¿?)
Umberto Eco. “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que
primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la
comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a
hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas". La Stampa
"La
televisión ha promovido al tonto del pueblo, con respecto al cual el espectador
se siente superior. El drama de Internet es que ha promocionado al tonto del
pueblo al nivel de portador de la verdad". ABC
Sobre la influencia de
Internet en los medios de comunicación:
Internet puede haber tomado el puesto del periodismo malo… Si sabes que estás
leyendo un periódico como EL PAÍS, La
Repubblica, Il
Corriere della Sera…,
puedes pensar que existe un cierto control de la noticia y te fías. En cambio,
si lees un periódico como aquellos ingleses de la tarde, sensacionalistas, no
te fías. Con Internet ocurre al contrario: te fías de todo porque no sabes
diferenciar la fuente acreditada de la disparatada. Piense tan solo en el éxito
que tiene en Internet cualquier página web que hable de complots o que se
inventen historias absurdas: tienen un increíble seguimiento, de navegadores y
de personas importantes que se las toman en serio". EL PAÍS
Conclusiones.
Como vemos, la travesía en la era de la información es
abrumadora, estresante, dificulta la toma de decisiones, afecta la
racionalidad, aumenta la angustia, entorpece la concordia, cataliza la
insensibilidad, agudiza los enfrentamientos, los desacuerdos y las
controversias. Todo ello sumado con otros elementos propicia la desintegración
en una época donde se requiere mucha cohesión. Lo bueno es que podemos medicarnos
contra esos males. Algunos antídotos: un poco de pensamiento crítico, dosificar
la utilización de los elementos de difusión y consumo de información, apoyarnos
en fuentes confiables, comparar y contrastar antes de compartir, darnos una
pausa para buscar certezas, hacer una labor didáctica con nuestros suplidores y
consumidores de información. Todo dentro del marco de una buena comunicación,
imprescindible para asegurar la validez y la coherencia de lo que transmitimos.
Hagamos el esfuerzo si lo que deseamos es aprovechar las múltiples bondades de
las actuales tecnologías para ser cada vez más sabios y poder contribuir con el
bienestar propio y ajeno.
Excelente escrito, mi estimado amigo. El problema de la humanidad no era el acceso a la información, el asunto medular siempre ha girado en torno a la sabiduría.
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