viernes, 24 de febrero de 2017

Mejorando nuestra gerencia.

Fuente: Three secrets of the one-minute manager, por Blan­chard, Kenneth, April 1992

 Las necesidades de establecer metas, elogiar el buen desempeño de la gente, y reprender a las personas cuando su funcionamiento no puede con­tribuir al logro de las metas conjuntamente conveni­das, son las tres ideas básicas que expresa el autor en este didáctico libro. 

 
Primer Secreto: Establecer Metas. Todo buen comienzo requiere la definición de metas claras, precisas y concisas. Si no sabes adónde vas, cual­quier camino te sirve; pero, ¿cuál es el conveniente? Si quisiéramos mejorar el funcionamiento de la gente en toda la organización, la manera más simple y más fácil sería cerciorarse de que los empleados tuviéramos metas claras. Nos aseguramos de poner cada una por escrito. Las limitamos a tres o cinco. Identificamos cuál es el nivel actual del funciona­miento de cada meta y decimos qué nivel deseamos. La diferencia entre la meta real y la deseada se con­vierte en el área para la mejora. Debemos elegir un plazo para alcanzar el nuevo nivel. Hacer varias copias de las metas para el hogar y el trabajo, para tenerlas presente a diario, observar su evolución y ver si nuestro comportamiento contribuye a su logro.  

 Segundo Secreto: Elogiar el Buen Desempeño.  La clave para lograr un adecuado desarrollo de la gente es reforzar sus actitudes positivas, en lugar de criticar su desempeño negativo. Debemos tener presente tres ideas. Primera: ser oportuno. No aho­rrar los elogios para los días de fiestas. Segundo: ser específico. Decirle a alguien “buen trabajo”, resulta agradable, pero no precisa qué fue lo que se hizo bien, cuáles fueron los aciertos, qué partes o accio­nes deben mantenerse o repetirse. Tercero: compar­tir nuestras sensaciones sobre la realización. Decirle a nuestros supervisados lo bien que nos sentimos por sus logros, y cómo contribuyen éstos a mejorar el desempeño de la empresa. Terminemos con una reafirmación y estí­mulo para que continúe el buen trabajo. El com­portamiento perfecto es un viaje que sucede un paso a la vez. El trabajo de un buen gerente es orientar las actividades hacia la meta y buscar constante­mente oportunidades de elogiar el progreso.  

 El tercer secreto: Reprimendas. ¿Qué hacemos cuando la gente no realiza bien su trabajo o lo hace de manera limitada o no logra ningún progreso hacia sus metas?  La primera alternativa cuando se presenta un pobre desempeño es buscar re-orientar la meta, lo cual implica regresar al punto de origen buscar las causas y formular una nueva meta. Nunca reprendamos ni castiguemos a los principiantes (los inmovilizaremos). Si estamos tratando con alguien veterano, que conoce cómo se realizaron tareas si­milares, entonces  una reprimenda será apropiada.   

Digámosle a la gente de antemano que, una vez asignada la meta, le haremos saber su desempeño a medida que avance. Cuando debamos hacer una reprimenda, hagámoslo oportunamente. Digámosle exactamente cómo nos sentimos por su mal desem­peño o pobre aporte al logro de la meta. Por  último, y probablemente la parte más importante de una reprimenda, reafirmemos que pensamos bien de ellos pero no en su desempeño en esta situación. Nuestra reprimenda no es para hacerlos sentir mal, recordémosles cuánto lo valoramos.