Definición. Comencemos por explicar lo
que entendemos por Proveedor Confiable o Asesor de Confianza.
Según la RAE,
confiable: adjetivo. Dicho de una persona o de una cosa en la que se puede
confiar. Confiar: Encargar o poner al cuidado de alguien algún negocio u otra
cosa. Es decir, si somos un
Proveedor Confiable o Asesor de Confianza para un cliente es porque ese cliente
pondrá su negocio en nuestras manos, debido a que tiene la certeza de que haremos
lo que conviene a sus intereses.
Características. La confianza tiene
algunas particularidades. Rara vez se adquiere de forma inmediata. Crece
lentamente y decrece aceleradamente. Requiere mucho esfuerzo mantenerla a nivel
elevado. Tiene insumos racionales y emocionales. Es bidireccional; es decir,
debemos generar confianza para obtener confianza. No puede crearse
forzadamente. Involucra riesgos.
Etapas. Convertirse en un Proveedor
Confiable es un proceso. Progresivo. Continuo. Requiere esfuerzo y dedicación. Los
autores sugieren 5 fases o etapas.
Etapa 1: Conectar. Crear una conexión entre nosotros y el cliente.
Establecer el escenario para que el cliente se motive a exponernos sus
necesidades o conocer nuestro portafolio. Esta conexión ).
En esta fase, tanto para clientes nuevos como actuales, debemos ayudarlos a
encontrar una solución a un problema específico. La
especificidad es importante. Ni siquiera nuestros clientes actuales
responderán solo porque los escuchamos; ellos
deben entender que tenemos algo concreto que ofrecerles algo que el cliente no
haría a menos que perciba alguna probabilidad de que recibirá a cambio buenos resultados requiere una inversión
por parte del cliente (tiempo y energía), para tomar el riesgo de tenernos como
posible asesor.
Etapa 2: escuchar. Los asesores de confianza efectivos son muy
buenos oyentes. De hecho,
escuchar es
esencial para “ganar el derecho” a comentar e involucrarse con los problemas o
requerimientos del cliente. Debemos “ser y parecer”; es decir, escuchar efectivamente
y ser percibidos como que estamos escuchando atenta y efectivamente, antes de
que podamos proceder con cualquier asesoría.
Los asesores
cometen dos errores comunes al escuchar
para ganar ese derecho:
·
Escucha excesivamente racional. Escuchar para
“ganar el “derecho” debe ser, en gran medida, un proceso más emocional que racional.
Cuando nos tomamos el tiempo de escuchar al cliente, absorbamos lo que escuchamos
y utilicémoslo para construir la relación. Deseamos que el cliente pueda mirarnos
a los ojos para sentir y saber que no dejaremos que sus intereses pasen
desapercibidos. Debemos establecer
empatía.
· Escucha excesivamente pasiva. Una buena
escucha es una actividad activa, un continuo ir y venir, una interacción, reconocer
y dar a entender que cada persona en la conversación está siendo escuchada y
entendida. El tipo de reconocimiento podría ser una señal verbal (un "ok”
o "ya veo", etc.) o gesto corporal, etc., dependiendo del contenido
del mensaje.
Etapa 3: Marco. Encuadrar y delimitar problemas y emociones
del cliente objetivamente, ofrecerá una visión
y una nueva forma de pensar sobre el problema. Enmarcar implica identificar y enunciar la esencia de lo tratado (usualmente
algo que está oculto, crítico o fundamental). Hay dos tipos de encuadres:
racional y emocional. El encuadre
racional consiste en condensar un conjunto complejo de temas hasta algunas
variables críticas. Se puede hacer en formas simples, como generar una lista, dibujar
un diagrama o esbozar un proceso o enfoque. Es un componente crítico del
asesoramiento eficaz, pero no es suficiente. El encuadre emocional permite a los asesores tratar problemas de
gobernabilidad o políticos, abordándolos sin perjudicar el proceso de resolver
el problema (que eventualmente ocurriría si es ignorado). El encuadre emocional está
relacionado, ante todo, con el coraje para arriesgarse y sacar a la superficie emociones
(tarea difícil, que se hace más fácil si tenemos presente que son las emociones
del cliente las que deben enmarcarse, y no las nuestras)
Etapa 4: Visionar. Al contrario de lo
que muchos podrían pensar,
una vez que
un problema es definido, el siguiente paso no
es resolverlo. Un problema puede tener variadas soluciones, dependiendo
de lo que los clientes quieran lograr. Debemos trabajar conjuntamente con el
cliente para visualizar, con el mayor detalle posible, cómo podría verse el
resultado final, sin ofrecer
¿Dónde
estamos?, ¿A dónde queremos ir?, ¿Cómo sabremos que estamos allí? Cuando se
realiza con éxito, la visualización suele ser el momento, en el proceso, donde
los clientes comienzan a entender sus propias metas verdaderas, definiendo esas
metas de tal manera que puedan estar realmente comprometidos con el logro de ellas.
La visualización exitosa saca a la gente de la Perspectiva técnica de
resolución de problemas, y crea una nueva perspectiva que fomenta la libertad y
la creatividad, creando gran valor en el proceso.
prematuramente la solución. La visualización
implica abordar al menos tres preguntas:
Etapa 5: Comprometerse. El diccionario
da dos significados de la palabra compromiso: 1) un acuerdo o promesa de hacer
algo en el futuro; y 2) el estado o instancia de ser obligado o impulsado
emocionalmente. La primera definición es sobre acción. La segunda es sobre un
estado emocional. Es la segunda definición la que nos mantiene en el ámbito de
lo personal y emocional, es la que nos compromete y genera la confianza.
Si seguimos el
proceso de construcción de confianza, al llegar a la etapa 5, el problema se
habrá enmarcado a satisfacción de todos los interesados y la visión que
deseamos alcanzar estará clara.
Habrá sido el
resultado de varias interacciones, donde se habrá respondido y atendido temas como:
lo que se interpone en el camino para lograr la solución, lo que las partes involucradas
están dispuestas a hacer al respecto, qué roles debe desempeñar cada persona, qué
información necesitan, cuándo y cómo verificar el progreso, cuáles son los
plazos, entre otros.
Lo que hay que seguir
es una serie de conversaciones. Eso determinará: lo que se interpone en el
camino de la solución, lo que las partes involucradas están dispuestas a hacer
al respecto, qué roles debe desempeñar cada persona, qué información necesita,
cuándo y cómo verificar el progreso, cuáles son los plazos. La confianza, en
este caso, se ve reforzada por la apertura y franqueza del asesor, compartiendo
sus experiencias.
Una parte
central en la construcción de compromiso es administrar cuidadosamente las
expectativas del cliente sobre lo que será y lo que no será. Para ello es
conveniente especificar claramente los requerimiento, indicar los límites,
señalar las restricciones, imaginar las nuevas formas de hacer las cosas una
vez resuelto el problema o adquirida la solución.
Conclusión.
Si deseamos
convertirnos en un Asesor de confianza para nuestros clientes, todas las
recomendaciones y observaciones previas son válidas, entre muchas otras que
pueden considerarse; pero, si logramos entender a nuestro cliente, precisamos
sus requerimientos, nos comprometemos en una relación sólida y asumimos con
ellos la responsabilidad en la toma de decisiones, lograremos el objetivo.
PD. ¿Queremos
convertirnos en un Asesor de Confianza? Hagamos como el cochino y no como la
gallina, cuando decidieron preparar
tortilla de jamón: “el cochino se comprometió,
la gallina se
involucró”