Según algunos pensadores, la humanidad ha pasado por tres grandes etapas: La Agrícola, La Industrial y la del Conocimiento (actual). Daniel Pink, en su libro: Una nueva mente, augura que la próxima será la del Concepto, que no es más que la misma del conocimiento, pero con mayor énfasis de lo artístico, lo emocional, lo no lineal, lo no ordenado ni metódico y todo lo demás que domina el lado derecho del cerebro humano. Recordemos que el lado izquierdo influye en el razonamiento, lo lógico, lo analítico. Pero aun cuando falta mucho para que la era del Conocimiento alcance su clímax, y se está hablando ya de la siguiente etapa, notamos cómo en algunas partes el globo se hacen esfuerzos, conscientes o no, para permanecer en la segunda, e inclusive, para desplazarse más atrás. ¿Las razones? Aporte usted las suyas. Pero Andrés Oppenheimer, en su libro: ¡Basta de historias!, señala que es la educación el gran diferenciador. La educación ha marcado la pauta para el progreso y bienestar, no solo de las personas, sino de los países y regiones. El libro resulta muy atractivo y fácil de leer (se los recomiendo). Entre sus observaciones, les resalto algunas de las que más llamaron mi atención. Saquen ustedes sus propias conclusiones.
En los años sesenta, las materias primas formaban el 30% de PIB mundial; para el año 2000 eran un 4%.
La economía mundial hoy en día está conformada por un 68% del sector Servicios y 29% Industrial.
Corea del Sur registra anualmente en USA 7.500 patentes; Brasil 100, México, 55, Argentina 30, Venezuela 14, Chile 13, Colombia 12 y Cuba 6.
En 2008 Corea del Sur registró 80.000 patentes en todo el mundo; las que registraron Brasil, México, Argentina, Colombia, Costa Rica, Perú y Ecuador, sumadas, no llegaron a mil.
En Latinoamérica, 27% de los jóvenes en edad universitaria están en la universidad y otras instituciones de educación terciaria; en los países industrializados el porcentaje alcanza 69%.
Buena parte de los países progresistas, como Chile, China e India, están facilitando la apertura y operación de Universidades extranjeras en sus territorios; otros, como Brasil, Argentina y Venezuela, colocan trabas para evitarlo. China tiene, en adición a sus más de 1 000 programas de intercambio educativo con otros países, 170 universidades extranjeras autorizadas para entregar diplomas válidos en el país.
Anualmente India envía 103.000 estudiantes a universidades norteamericanas, China 98.000, Corea del Sur 75.000, México 15.000, Brasil 8.700, Colombia 7.000, Venezuela 4.600, Perú 3.600, Argentina 2.400, Chile 2.000. En total, los países asiáticos tienen 415.000 estudiantes en universidades de USA, mientras que los latinoamericanos tienen 53.000 y los caribeños 13.000. Por cierto, llama poderosamente la razón observar que Vietnam, con menos de la mitad de la población de Brasil, tenga más del doble de estudiantes en USA; y Singapur, con una población de 4.6 millones de habitantes tiene el doble de estudiantes en USA que los que tiene Argentina, país con una población nueve veces mayor.
Hace 4 años el PIB de Singapur era menos de la mitad del de Argentina, igual al de México y Jamaica. Hoy, Singapur, que no posee recurso natural alguno, es el octavo país con mayor PIB, Argentina ocupa el lugar 80, México el 82 y Jamaica el 115.
Google, que representa un producto intangible, vale 4 veces el PIB de Bolivia.
Por cada dólar que los americanos pagan en Starbucks por un café, 3% va a los países productores y 97% para los diseñadores, procesadores, branding, mercadeo, publicidad y otras áreas del conocimiento.
Los 4 hombres más ricos del mundo, según Forbes, no producen nada material, ni son empresarios de recursos naturales.
Finlandia era hasta hace poco el país más pobre de Europa del norte. Hoy está en los primeros lugares de competitividad, posee el mayor número de investigadores científicos per cápita, es de los países menos corruptos del planeta, y ocupa el primer lugar en el ranking de democracias.
En las escuelas finlandesas, cada salón dispone de un maestro titular, uno asistente y un tercero para atender casos de nivelación.
En Finlandia la educación, a todos los niveles, es gratuita, pero selectiva. Algunos de los profesores más importantes de Harvard, MIT, Oxford y otras, son contratados cada tres años para presidir paneles de admisión y evaluación de profesores de la universidad de Helsinski.
…Y muchas otras observaciones interesantes, pero dejémoslo hasta ahí.
Refiere el libro de Oppenheimer un discurso de Oscar Arias, para entonces presidente de Costa Rica, donde dice "Mientras nosotros, los Latinoamericanos, seguimos discutiendo sobre ideologías, y sobre todos los ´ismos´…que si el capitalismo, el socialismo, el comunismo, el liberalismo, el neoliberalismo, el socialcristianismo, los asiáticos encontraron un ´ismo´ muy realista para el siglo XXI y final del siglo XX, que es el pragmatismo"
Oppenheimer argumenta que los países latinoamericanos están inmersos en una revisión constante de su historia, que los distrae de lo que debería ser su principal prioridad: mejorar los sistemas educativos. Tal vez con la excepción de Brasil, los restantes países de la región buscan justificar su futuro basados en legados del pasado en lugar de discernir los requerimientos del futuro.
El mejor ejemplo para ilustrar lo antes dicho y observar las diferencias en el nivel de educación, entre los que van de retroceso y los que van hacia adelante, lo relata el autor con una anécdota de La Cumbre de las Américas de 2009 en Trinidad y Tobago, donde los discursos deben limitarse a un máximo de 10 minutos. Entonces, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, utilizó 52 minutos para un recuento de todas las injerencias de Estados Unidos en América Latina y el Caribe desde el siglo antepasado. Llegado el turno del presidente Obama, agradeció a Ortega el no haberlo culpado por eventos sucedidos cuando tenía 3 años de edad. Afirmó que no estaba ahí para debatir el pasado, sino para lidiar con el futuro. Su discurso duró 8 minutos.
¡Qué diferencia!
Finlandia era hasta hace poco el país más pobre de Europa del norte. Hoy está en los primeros lugares de competitividad, posee el mayor número de investigadores científicos per cápita, es de los países menos corruptos del planeta, y ocupa el primer lugar en el ranking de democracias.
En las escuelas finlandesas, cada salón dispone de un maestro titular, uno asistente y un tercero para atender casos de nivelación.
En Finlandia la educación, a todos los niveles, es gratuita, pero selectiva. Algunos de los profesores más importantes de Harvard, MIT, Oxford y otras, son contratados cada tres años para presidir paneles de admisión y evaluación de profesores de la universidad de Helsinski.
…Y muchas otras observaciones interesantes, pero dejémoslo hasta ahí.
Refiere el libro de Oppenheimer un discurso de Oscar Arias, para entonces presidente de Costa Rica, donde dice "Mientras nosotros, los Latinoamericanos, seguimos discutiendo sobre ideologías, y sobre todos los ´ismos´…que si el capitalismo, el socialismo, el comunismo, el liberalismo, el neoliberalismo, el socialcristianismo, los asiáticos encontraron un ´ismo´ muy realista para el siglo XXI y final del siglo XX, que es el pragmatismo"
Oppenheimer argumenta que los países latinoamericanos están inmersos en una revisión constante de su historia, que los distrae de lo que debería ser su principal prioridad: mejorar los sistemas educativos. Tal vez con la excepción de Brasil, los restantes países de la región buscan justificar su futuro basados en legados del pasado en lugar de discernir los requerimientos del futuro.
El mejor ejemplo para ilustrar lo antes dicho y observar las diferencias en el nivel de educación, entre los que van de retroceso y los que van hacia adelante, lo relata el autor con una anécdota de La Cumbre de las Américas de 2009 en Trinidad y Tobago, donde los discursos deben limitarse a un máximo de 10 minutos. Entonces, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, utilizó 52 minutos para un recuento de todas las injerencias de Estados Unidos en América Latina y el Caribe desde el siglo antepasado. Llegado el turno del presidente Obama, agradeció a Ortega el no haberlo culpado por eventos sucedidos cuando tenía 3 años de edad. Afirmó que no estaba ahí para debatir el pasado, sino para lidiar con el futuro. Su discurso duró 8 minutos.
¡Qué diferencia!