Mejorando nuestra gerencia.
Fuente:
Three secrets of the one-minute manager, por Blanchard, Kenneth, April 1992
Las
necesidades de establecer
metas, elogiar el buen
desempeño de la gente, y reprender
a las personas cuando su funcionamiento no puede contribuir al logro de las metas conjuntamente convenidas,
son las tres ideas básicas que expresa el autor en este didáctico libro.
Primer Secreto: Establecer Metas. Todo buen
comienzo requiere la definición de metas claras, precisas y concisas. Si no
sabes adónde vas, cualquier camino te sirve; pero, ¿cuál es el conveniente? Si
quisiéramos mejorar el funcionamiento de la gente en toda la organización, la
manera más simple y más fácil sería cerciorarse de que los empleados tuviéramos
metas claras. Nos aseguramos de poner cada una por escrito. Las limitamos a
tres o cinco. Identificamos cuál es el nivel actual del funcionamiento de cada
meta y decimos qué nivel deseamos. La diferencia entre la meta real y la
deseada se convierte en el área para la mejora. Debemos elegir un plazo para alcanzar el nuevo nivel. Hacer varias
copias de las metas para el hogar y el trabajo, para tenerlas presente a diario,
observar su evolución y ver si nuestro comportamiento contribuye a su
logro.
Segundo Secreto: Elogiar el Buen Desempeño. La clave para lograr un adecuado desarrollo de
la gente es reforzar sus actitudes positivas, en lugar de criticar su desempeño
negativo. Debemos tener presente tres ideas. Primera: ser oportuno. No ahorrar los elogios para los días
de fiestas. Segundo: ser
específico. Decirle a alguien “buen trabajo”, resulta agradable, pero no
precisa qué fue lo que se hizo bien, cuáles fueron los aciertos, qué partes o
acciones deben mantenerse o repetirse. Tercero:
compartir nuestras sensaciones sobre la realización. Decirle a nuestros supervisados
lo bien que nos sentimos por sus logros, y cómo contribuyen éstos a mejorar el
desempeño de la empresa. Terminemos con una reafirmación y estímulo para que
continúe el buen trabajo. El comportamiento perfecto es un viaje que sucede un
paso a la vez. El trabajo de un buen gerente es orientar las actividades hacia
la meta y buscar constantemente oportunidades de elogiar el progreso.
El tercer secreto: Reprimendas. ¿Qué hacemos
cuando la gente no realiza bien su trabajo o lo hace de manera limitada o no
logra ningún progreso hacia sus metas?
La primera alternativa cuando se presenta un pobre desempeño es buscar
re-orientar la meta, lo cual implica regresar al punto de origen buscar las
causas y formular una nueva meta. Nunca reprendamos ni castiguemos a los
principiantes (los inmovilizaremos). Si estamos tratando con alguien veterano, que
conoce cómo se realizaron tareas similares, entonces una reprimenda será apropiada.
Digámosle a
la gente de antemano que, una vez asignada la meta, le haremos saber su
desempeño a medida que avance. Cuando debamos hacer una reprimenda, hagámoslo
oportunamente. Digámosle exactamente cómo nos sentimos por su mal desempeño o
pobre aporte al logro de la meta. Por
último, y probablemente la parte más importante de una reprimenda, reafirmemos
que pensamos bien de ellos pero no en su desempeño en esta situación. Nuestra
reprimenda no es para hacerlos sentir mal, recordémosles cuánto lo valoramos.