viernes, 12 de octubre de 2018

Ideas para ser (menos) imbécil



¿Título pedante? ¿Pretencioso? ¿Labor encomiable? Como sea, la intención es aportar, siempre con buen propósito, ideas para mejorar. Resumo algunas lecturas sobre los peligros del inadecuado uso de la Red, enfatizando que los inconvenientes no están en la Red sino en quienes la usamos.

La Internet (La Red) está transformando la interacción entre las personas. “Antes de la existencia de la  Red, los escritores escribían y los lectores leían”. Pocos, muy pocos lectores tenían recursos para expresarse sobre lo que leían. Hoy esa interacción es posible. La Red provee los instrumentos para que la “escritura y lectura se tornen en conversaciones”, no solo entre escritor y lector, sino entre múltiples escritores e incontables lectores.

Lo anterior, por supuesto, sin menoscabo de las posibilidades que han ofrecido y ofrecen otros medios, como la televisión y la radio. Pero las grandes diferencias son, entre otras, que la Red le permite a casi cualquier persona ser interlocutor y participar activamente; facilita la simultaneidad; permite la ubicuidad; elimina las distancias, tiempos y limitaciones geográficas.  Acciones que con otros medios está muy restringidas.

Muchos autores han opinado sobre las ventajas y desventajas de esos hechos. Por ejemplo, el diario italiano “La Stampa” publicó el 17 de junio 2015 una entrevista de Umberto Eco, donde el escritor y filósofo decía que "Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas, que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos rápidamente eran silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles. Si la televisión había promovido al tonto del pueblo, ante el cual el espectador se sentía superior, el drama de Internet es que ha promovido al tonto del pueblo como el portador de la verdad".  Eco admitió que "no se puede frenar el avance de Internet", destacando que el problema de la Red "no es solo reconocer los riesgos evidentes, sino también decidir cómo acostumbrar y educar a los jóvenes a usarla de una manera crítica”.

Paul Graham (programador, escritor, filósofo y periodista inglés) considera que “muchas de las personas que responden a cualquier comentario, exposición o ensayo, lo hacen para manifestar su desacuerdo. Estar de acuerdo motiva menos a la gente a expresarse, que cuando está en desacuerdo. Cuando está de acuerdo tiene menos para decir. Cuando está en desacuerdo, entra en un territorio que quizás el autor no haya explorado… existe el peligro de que el aumento del desacuerdo enfurezca a la gente. Particularmente en la Red, donde es fácil decir cosas que nunca diría cara a cara… si está en desacuerdo, debe tener cuidado de hacerlo bien. ¿Qué significa estar en desacuerdo? La mayoría de los lectores pueden distinguir entre los simples insultos y una refutación cuidadosamente razonada…”

Pero, razonar no resulta sencillo. En la Red proliferan las falacias, que son formas de argumentación falsa, aunque parezcan verdaderas; son  razonamientos en los que la conclusión no se deriva lógicamente de las premisas de las que se parte; tiene la apariencia de verdaderas,  y en muchísimas ocasiones se aceptan como verdaderas, en particular por los menos avezados o sesudos lectores.

Entonces, ¿Cómo ayudar a los lectores a razonar? No resulta fácil. Después de todo, según René Descartes: “No hay nada repartido de modo más equitativo que la razón: todo el mundo está convencido de tener suficiente”.

Bueno, Graham sugiere tener presente y seguir un proceso piramidal de razonamiento (https://en.wikipedia.org/wiki/Paul_Graham_(programmer)), desde el básico insulto, hasta la sensata refutación.  Cuanto más arriba en la pirámide se está, más fuerte es la posición propia; y cuanto más abajo, más débil. Además, subir en la pirámide hace más constructivos los intercambios”.​
  
Igualmente, y considerando lo afirmado por Eco de “acostumbrar y educar a los jóvenes a usar la Red de una manera crítica”,  nos permitimos sugerir otra de las formas en las cuales podemos mejorar nuestra capacidad de razonar: conocer ampliamente el mundo de las falacias, comprendiéndolas, teniéndolas presente cuando leamos, oigamos, expongamos o conversemos con nuestros interlocutores.

El mundo de las falacias es fascinante y muy amplio para exponer sumariamente en este artículo sus relevantes características. Sin embargo, para los interesados, les dejo referencias, que pueden ubicar en la Red:



Para cerrar, me apropio de una frase de René Descartes, para expresar mi motivación con este artículo: “Mi objetivo no es enseñar el método que todo el mundo debería seguir para utilizar bien su razón, sino únicamente mostrar cómo he tratado de utilizar bien la mía.