domingo, 30 de julio de 2023

La Inteligencia Artificial y los conflictos

 La Inteligencia Artificial y los conflictos

El tema de la Inteligencia Artificial (IA) está actualmente en el tope de la popularidad. Compite con muchos otros, pero sobresale. Se considera en casi todos los ámbitos del quehacer humano: político, social, económico, académico, empresarial, tecnológico, comunicacional, legal, religioso, entre otros. Todos los factores de poder mantienen su atención en ella. Analizan los beneficios, sopesan los riesgos, reflexionan sobre las formas de utilización y aprovechamiento, evalúan el momento oportuno para su explotación. Elaboran leyes, normas y reglamentos para administrar su manejo. Se dan cursos de formación y capacitación. En fin, la IA está generando y consumiendo buena cantidad energía intelectual. Pero la realidad es que las ventajas y desventajas de la IA no son aún precisas. Si bien es cierto que desde épocas remotas los autores de ciencia ficción y eruditos visionaron algunas de las modalidades de la IA actual, anticipando sus consecuencias, todavía no se vislumbra con exactitud su alcance. Su repentina aparición y propagación ha sorprendido a muchos.

Según la RAE, la inteligencia es la capacidad de entender o comprender, de resolver problemas, es conocimiento.  Asimismo, define a la inteligencia artificial como la disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico. Es decir, la inteligencia humana, a través de instrumentos y mecanismos de tecnología de información, hace esfuerzos por replicarse a sí misma. En mis tiempos de estudiante de ingeniería de computación hubiéramos dicho que este es un proceso recursivo. ¡Sin duda lo es!

Los conflictos (*) son parte de la naturaleza humana, por lo tanto, son inevitables. Los seres humanos hemos mantenido a lo largo de la historia rasgos invariables sobre algunos intereses, a pesar de lo mucho que se ha aprendido. Por ejemplo, la emoción continúa anticipándose a la razón, aunque esta última tiende a seguir imponiéndose (pienso yo). El deseo por el poder es otra característica que permanece inmutable en el hombre (¿No les parece?). Esos son dos de los muchos factores de los inagotables conflictos. Pero ya sean individuales o grupales, armados o intelectuales, religiosos, sociales o políticos, los conflictos deben manejarse con una gran dosis de sabiduría para atenuar sus consecuencias negativas. Comprender y saber, ser menos ignorantes, identificar las causas, los contextos, disponer de distintas perspectivas, considerar la evolución, utilizar el respeto, la asertividad y la tolerancia, son algunos de los múltiples factores que pueden contribuir a minimizar esas consecuencias de los conflictos.

Pensamos que la inteligencia humana ha atenuado, a través del tiempo, el surgimiento de los conflictos. Y, aunque afirmamos que los conflictos siempre estarán presentes, por ser parte de la naturaleza humana, nos preguntamos si logrará la IA controlarlos o será una causa adicional. ¿Qué opinan?

 

(*) Los conflictos, bien manejados, son beneficiosos. Tengamos presente que si usted plantea una idea y alguien otra distinta lo que conviene es intercambiarlas; así cada uno tendrá dos ideas. Ambos ganan.  Usar la asertividad y la empatía son claves. Eliminar los fanatismos. Ser comprensivos. Equilibrar la pasión y la razón. La base es la educación. Como afirmó Jean Piaget: “Solo la educación es capaz de salvar a nuestras sociedades de un posible colapso, ya sea violento o gradual”.