Una “maldición” china, que algunos
niegan, dice: “ojalá que vivas tiempos interesantes”. Como todo en la vida, concurren puntos de
vista diferentes y hasta contrarios. Unos afirman que es una “maldición” porque,
aludiendo a la ironía, te desea que vivas en momentos inciertos, llenos de
complejidades y dificultades, de crisis continua, que te perturben y te generen
desasosiego; es decir, que no puedas vivir en paz. Otros, contrariamente, lo
ven como un deseo de buena voluntad, porque esa frase podría entenderse como
una manifestación para que tengas oportunidades de mejorar al enfrentar
desafíos y adversidades, lo cual genera fortaleza, crecimiento personal,
profesional y espiritual; es decir, que vivas momentos que te harán mejor
persona y profesional.
Los tiempos que corren son
interesantes. ¿Alguien lo dudad? Tenemos avances tecnológicos notables;
conocimientos como nunca; una globalización e hiperconectividad que facilita la
cooperación internacional, la innovación, enriquece la cultura individual y
colectiva, facilita el intercambio de bienes y servicios, propicia el
crecimiento económico, la reducción de la pobreza, entre otros múltiples
beneficios. Pero, por otro lado, tenemos problemas recurrentes en temas
políticos, económicos, sociales, religiosos y éticos. Sobran las
fragmentaciones de las sociedades, la desinformación, las migraciones masivas, las
desigualdades, las crisis de bienestar, salud y gobernabilidad, se agudizan los
conflictos, enfrentamientos y otros riesgos emergentes. Es la paradoja de la
abundancia desafiante, porque viviendo en un mundo sin precedentes en
cuanto a recursos y conocimientos, seguimos enfrentando desafíos agudos,
recurrentes y persistentes en áreas clave de nuestra sociedad, todos los cuales
han debido superarse o, al menos, atenuarse; sin embargo, luce que no ocurre
ninguna de las dos situaciones.
Por otra parte, la Democracia,
el sistema político mayoritariamente preferido, estaba adoptado a comienzos del
siglo pasado por, aproximadamente, 10 % de los países del planeta, y para
finales del siglo XX por casi el 60 %. Quedaban atrás y se desvanecían los
colonialismos, las monarquías, los imperios, las dictaduras, el fascismo, el
comunismo, el socialismo, el totalitarismo. Los ciudadanos exigían participar,
y la Democracia se los permitía. No obstante, después de dos décadas de este
siglo XXI, el porcentaje de países democráticos ronda, aproximadamente, el 50
%. ¿Qué sucede y qué hacer para revertir este retroceso? No lo sabemos, pero la
Sistémica y la Era Digital pueden ayudarnos a identificar causas
y soluciones para revitalizar la participación ciudadana y lograr una
Democracia renovada y sostenible.
Comencemos por el principio,
definiendo lo más sencillamente posible los conceptos, para que tengamos la
misma referencia.
Democracia:
Sistema de gobierno en el cual el poder político lo ejercen los ciudadanos en
forma directa o a través de sus representantes.
Sistémica:
Enfoque para estudiar sistemas complejos, siendo éstos un conjunto de elementos
que interactúan y se afectan entre sí para formar un todo organizado y
funcional.
Era Digital:
Periodo caracterizado por el uso extendido de tecnologías digitales (internet,
computadoras y dispositivos móviles), que transforman la manera en que las
personas se comunican e interactúan, así como las instituciones ofrecen sus
servicios.
Los sistemas políticos, entendidos
como instituciones, normas y personas que determinan cómo se organiza y ejerce
el poder en una sociedad, son complejos. Razón primordial para abordarlos desde
la perspectiva sistémica. Esto permitirá, entre otras cosas, identificar
los elementos que los constituyen y comprender los efectos que cada uno genera
sobre los demás: los cambios exigidos y sus factibilidades; el distanciamiento
entre gobernantes y gobernados; el descrédito de las instituciones y de las
personas; los conflictos sociales; la desconfianza en el liderazgo; la
corrupción; la escasa participación de los ciudadanos en las decisiones; los
sectarismos y los fanatismos; los riesgos; las oportunidades; la demanda de lo
posible y lo deseable. La Sistémica ofrecerá una visión holística, identificará
síntomas generales, no particulares, y aportará soluciones integrales. Ayudará
a concebir una Democracia flexible, resiliente y de mejora continua. Creará
canales efectivos y transparentes de comunicación y participación ciudadana,
así como mecanismos de rendición de cuentas, para armonizar las exigencias y
demandas de los ciudadanos con los resultados y la conducta de los
responsables. Ayudará al diseño de políticas públicas sostenibles, considerando
el largo plazo y enfoques multidimensionales. Fomentará una mayor participación
y empoderamiento ciudadano, asegurando que las voces de diferentes grupos y
comunidades sean escuchadas y consideradas en el proceso de toma de decisiones.
La Era Digital tiene mucho
que aportar. Las Redes Sociales (RRSS), conformadas por múltiples aplicaciones,
son una muestra del interés del ciudadano de expresar sus deseos y opiniones.
Han alcanzado una amplísima audiencia. Propagan ideas, aglutinan y movilizan
grupos de ciudadanos en torno a determinados temas. Ya existen Aplicaciones de
Participación Ciudadana, pero pueden ampliarse y repotenciarse. Algunas incluyen
sistemas de gestión municipal, estadal, o nacional; foros deliberativos en línea
para debatir propuestas legislativas antes de su votación; encuestas y consultas
populares en línea para recabar información sobre diversos temas; talleres
virtuales de creación conjunta de políticas, donde ciudadanos y funcionarios
colaboran en su diseño; sistema de gestión donde los ciudadanos pueden opinar
sobre la calidad de los servicios públicos; modelos predictivos para políticas públicas
que simulen el impacto de nuevas leyes antes de su aprobación; sistemas de
alerta temprana basados en el análisis de datos de redes sociales y otros
indicadores para detectar posibles conflictos. La masificación de estas
acciones puede tener un impacto significativo en la mejora de la transparencia,
la participación y la eficiencia de los sistemas democráticos. Implementar
estas soluciones fortalecerá la democracia y la hará más receptiva a las
necesidades y deseos de la ciudadanía, fomentando un mayor sentido de
pertenencia entre los ciudadanos.
Convirtamos en bendición la
"maldición" de vivir en tiempos interesantes, aprovechemos la paradoja
de la abundancia desafiante. La clave está en la participación. ¿A qué
esperamos?