sábado, 16 de noviembre de 2024

La administración por estatuto (1)

«La trampa de la administración por estatuto: cuando las normas se convierten en una cárcel para la inteligencia, la creatividad… y hasta para la supervivencia».

Reflexiones de Alberto Quirós Corradi (†), un gerente excepcional, con visión, dedicación y capacidad para inspirar a su equipo; dejó un legado que perdura en la formación de todos los que hemos tenido la posibilidad de conocerlo. Esta es una de sus muchas enseñanzas, que comparto para contribuir a su difusión.

Idea principal:

Reflexión sobre la aplicación rígida y literal de los estatutos, que pretenden reemplazar, en situaciones excepcionales, al criterio gerencial y a la interpretación humana. Señala que un enfoque excesivamente legalista puede generar ineficiencia, deshumanización y disuadir las iniciativas. El texto aboga por un equilibrio entre las normas y la flexibilidad, permitiendo así la adaptación al cambio y a la evolución.

Hoy, en una época donde, entre muchas cosas, pregonamos y nos engolosinamos con términos como agilidad, adaptabilidad, empatía y colaboración, debemos ser conscientes de que lo verdaderamente importante es la capacidad de armonizar y concertar, no la rigidez de los estatutos.

Espero que les resulte interesante y didáctico.

Valen y se aprecian los comentarios.

…Gracias.

 (1)      Estatuto: reglas, normas o leyes que rigen el gobierno y funcionamiento de una entidad organización, institución o colectividad.

 

La administración por estatuto

MUCHAS de nuestras empresas han sustituido el criterio gerencial por la aplicación literal del "estatuto". Una vez más se confunden los mundos de la Tecnocracia y la Política. Las leyes y la Constitución en algunos países son indelicada y abusivamente interpretadas a todos los niveles de la Administración y de los Poderes Públicos, cuando deberían ser aplicadas. Por contraste, algunas gerencias aplican desconsideradamente los estatutos cuando deberían interpretarlos. Los cuadros de organización y los estatutos, es sabido hace mucho tiempo, establecen la autoridad formal de las instituciones. Las normas y procedimientos establecen el sentido de dirección. Las políticas y normativas de personal ayudan a desarrollar una filosofía de la actitud, una ciencia del comportamiento. Todo lo cual al final se combina con una compleja trama de reglas no escritas; una especie de "Constitución" abstracta que complementa y a veces, por dinámica, sustituye al "Estatuto" formal. Todas las sociedades, sin excepción, tienen estas complejas abstracciones. La violación de las mismas resulta imperdonable. Las verdaderas revoluciones comienzan como una reacción ante el ataque a la organización informal. Son pocos los casos donde hay revolución por violación de la Constitución for mal. O las leyes establecidas. O la normativa escrita. Por lo general, estas violaciones son la excusa. Raramente la causa. Es más fácil explicar la desviación del contenido de un documento formal, que la falta de respeto a una costumbre arraigada. Por eso hay países, como el nuestro, que han sobrevivido a múltiples "constituciones", leyes, reglamentos y decretos sin dejar de ser, en el fondo, el mismo país. La actitud extremadamente "legalista" de nuestro mundo político, confunde forma con sustancia. ¡Cuando cree que algo es conveniente, lo decreta! Hay desempleo. Pues a decretar empleo. Hay inflación.Pues a decretar Control de Precios o Liberación de Precios; depende del movimiento en el tiempo. La industrialización está estancada. Decretamos el Compre venezolano. De lo que se olvida frecuentemente el "decretador" es que no se puede decretar la "actitud". El proceso de cambio es evolutivo y no responde a las urgencias del "decretador" de turno. Por el contrario, cuando la urgencia es excesiva, la sociedad se rebela. No hay institución que resista la aplicación literal de sus códigos formales. Algunas sociedades aceptan formalmente la existencia de leyes informales. El concepto del "common law" anglosajón es un buen ejemplo. Recoger en la práctica lo que la formalidad no ha podido incorporar al sistema. Si los gremios profesionales, para utilizar solamente un ejemplo, aplicaran estricta y literalmente los códigos formales de ética, la población de médicos, ingenieros y abogados disminuiría sensiblemente. Sin embargo, se aplica un código de ética informal, que responde a las prácticas comunes y a la filosofía actual. Ni la política, ni la tecnocracia resisten la aplicación sin criterio de sus estatutos. No se trata del "derecho" a hacer algo. De lo que se trata es de saber reconocer que algunas veces la aplicación inconsulta de ese "derecho" puede producir traumas, rechazos e injusticias. Cuando el "derecho" se ejerce sin discriminación y sin consulta, los resultados son sociedades absolutistas y dogmáticas. Liderazgos inflexibles y temporales. La aplicación literal del estatuto puede resultar también en organizaciones sin imaginación. Sociedades de robots que buscan la respuesta a todas las situaciones en el índice del Manual de Procedimientos. La automatización de las respuestas. La creatividad computarizada. La eficiencia a ultranza. La aplicación literal del estatuto puede funcionar a los niveles inferiores de las organizaciones y en la aplicación de procedimientos para servicios masivos de relativa poca importancia. Por algunos años, en mis repetidos viajes de negocios, me entretenía en algunos hoteles norteamericanos, con la inocente travesura de pretender cambiar el contenido del menú computarizado del desayuno. Mi fórmula era pedir un desayuno completo con tres huevos. La respuesta era casi siempre que podía pedir un desayuno completo con dos huevos, o un desayuno completo con un huevo. Si quería tres huevos, tendría entonces que ordenar dos desayunos completos, de dos y un huevo respectivamente, con dos cafés, dos tostadas, etc. Mi intención no era ridiculizar el sistema. No, el sistema era rápido y eficiente. Lo curioso era que a ningún nivel de la organización se podía resolver el problema de los tres huevos. Desde la muchacha que tomaba la orden, hasta el gerente de guardia, todos estaban muy "sorry" pero las reglas son las "rules".

Otro ejemplo divertido, aunque traumático, fue el que me refirió recientemente mi buen amigo Carlos Castillo. Viajaba a Londres, vía Lisboa. El avión tuvo que ser desviado, por mal tiempo, a Madrid. En el aeropuerto de Barajas, Carlos vio en los avisos de salida, un vuelo BEA Madrid/Londres. Pidió a la señorita de la sala de transeúntes ayuda para tomar el vuelo. La señorita le contestó que no podía ayudarlo por cuanto él estaba "técnicamente", en Lisboa. "Como voy a estar en Lisboa, si estoy en Madrid", respondió Castillo al borde de una crisis nerviosa. "No", respondió pacientemente la señorita. "La línea en la cual usted viaja no tiene permiso para aterrizar en Madrid. Por lo tanto, usted está en Lisboa. Estamos haciendo los arreglos para que usted vuele a Lisboa lo más pronto posible". "Cómo" intentó Castillo una vez más, "puedo volar a Lisboa, si estoy en Lisboa"? "Bueno, ese es un problema técnico, pero me satisface saber", terminó la señorita, "que al fin usted ha comprendido que no puede volar Madrid/ Londres si está en Lisboa!" Fin de conversación... Lo que estas mini anécdotas ilustran es la frustración de la lógica y la inteligencia ante la inflexibilidad de los estatutos, cuando son aplicados por cajas de resonancia humanas. La nueva mediocridad se ha pagado y dado el vuelto. Ha diseñado el sistema perfecto para mantenerse en el poder. Primero escribe el estatuto y el reglamento. Después lo aplica a través de una generación de robots. Así nunca tiene que explicar ni justificar sus decisiones. El estatuto le da el derecho a decidir. De esta manera, nunca hay que llegar al fondo de nada. ¿Por qué hizo usted esto? Respuesta: el artículo 79 me lo autoriza. Fin de discusión. Las instituciones sin normas son caóticas. Las instituciones "todo normas" son castradas. Solamente el sensato equilibrio, a los niveles de decisión adecuados entre la ausencia de normas y la dictadura de las mismas, creará una sociedad más justa y eficiente donde quizás cuando estemos en Madrid no nos devuelva el "Estatuto" a Lisboa. El dilema está en cómo recuperar el liderazgo para la inteligencia sin subvertir el orden. Cómo aprovechar el estatuto sin hipotecar el alma. Cómo demostrarle al mundo que el reglamento no es la razón ni el objetivo final. Es el instrumento para analizar el problema, el instrumento que da derecho al análisis. El apoyo a la lógica. El servidor del servidor. Cómo nos convenceremos de que lo que se requiere es un cambio de actitud y no un nuevo decreto. ¿Cómo, Señor?, ¿Cómo?

El Nacional, 30-10-81, Caracas, Venezuela.